lunes, 28 de abril de 2014

Valparaíso y sus ascensores

Con angustia y desesperación, el sábado 12 de abril recién pasado, los habitantes de Valparaíso vieron iniciarse un nuevo incendio en sus cerros. El viento aumentó la potencia del fuego y las casas de los sectores altos fueron arrasadas en pocas horas. Tres mil casas quemadas, más de 12.000 damnificados, que lo perdieron todo, absolutamente todo. Las impactantes imágenes han recorrido el mundo.


Solidariamente preocupados por las consecuencias del peor incendio que ha sufrido Valparaíso, hablaremos esta vez de una historia menos dramática del Puerto, la que se refiere a sus tradicionales ascensores, que permiten a los habitantes de los sectores altos bajar al Plan y regresar a sus hogares, evitando las eternas escaleras que casi llegan al cielo.


El investigador Samuel León Cáceres, en su libro "Valparaíso sobre rieles. El ferrocarril, los tranvías y los 30 ascensores" (publicado en 2010), señala que desde hace años se habla de los 15 ascensores, sin recordar las otras 15 instalaciones, de las que se llega incluso a dudar de la existencia de algunas.

La primera vez que se trató el tema de un ascensor o funicular en la municipalidad de Valparaíso fue en diciembre de 1877, por un proyecto de Isidoro Peirelux que nunca llegó a concretarse. Gracias al empuje y audacia del novelista Liborio Brieba, se constituyó la Compañía de Ascensores Mecánicos de Valparaíso, que el 1 de diciembre de 1883 inauguró el ascensor del cerro Concepción, llamado también Turri, en referencia a la torre del reloj.


En los siguientes 48 años se establecieron los restantes ascensores: 28 de servicio público y 2 privados. El último, el ascensor Perdices, se inauguró el 19 de septiembre de 1931. Veinticinco de ellos tomaron el nombre del cerro en el que se emplazaron y 5 recibieron un nombre distinto, por ser la segunda instalación en un mismo cerro. En 1998 los ascensores fueron declarados patrimonio histórico nacional, mientras que en el año 2003 la ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

De ahí en adelante la historia de los ascensores ha sido de dulce y de agraz, porque a pesar de la gran utilidad que prestan a los pobladores de los cerros, muchas veces se ha querido ver solo su rentabilidad económica, amenazando con el fin de sus servicios.

Boletos (de cartulina) utilizados por los ascensores 

De los 15 ascensores que han continuado funcionando, varios han pasado por períodos de cierre, debido principalmente a problemas técnicos que no se han solucionado por falta de recursos. A pesar que hace siete años el promedio de usuarios era de 200.000 personas al mes, en el año 2009 dejaron de funcionar los ascensores Monjas, Mariposas y Florida y en 2010 los del Cordillera y Larraín.

La amenaza de nuevos cierres que provocaran la muerte definitiva de estos elevadores tan propios del Puerto, generaron una corriente de opinión pública que pedía su rescate. Por esto, el gobierno adquirió para la Municipalidad los ascensores que aún quedaban en manos privadas, con el fin de restaurarlos y volver a ponerlos en actividad, por lo que ahora todos los ascensores son de propiedad del municipio porteño, que tiene la tarea de echarlos a andar nuevamente.


A mediados de los 2000, la empresa de transporte colectivo Buses Cerro Barón sacó dos series con 5 imágenes de ascensores: Cordillera, Lecheros, Reina Victoria, San Agustín y Villaseca, para las tarifas Local de $170 y Directo.