domingo, 30 de diciembre de 2012

Haciendo historia


Durante el mes de diciembre hemos tenido una nueva experiencia que merece ser compartida con nuestros lectores.

Los creadores del proyecto "Micro-historia", Carlos Candia y Juan M. Orellana (del que hablamos el 7 de noviembre), nos han invitado a ser parte de su proyecto. Los boletos están ligados directamente a la historia del transporte colectivo y se produce un complemento natural entre lo que nosotros podemos exhibir y lo que muestra la micro a sus visitantes.

Esto ha significado que en las presentaciones de la micro-historia hemos acompañado a este pequeño museo ambulante con una muestra de boletos de diversas épocas y recorridos.

Las primeras presentaciones han sido para los trabajadores de las empresas Alsacia y Express (que apoyan entusiastamente este proyecto) y sus familias. Una se realizó en el marco de las finales de los campeonatos internos de fútbol 2012 de ambas empresas, en Huechuraba. Y en las siguientes semanas acompañamos las fiestas de fin de año organizadas para sus trabajadores e hijos en La Florida.


La respuesta del público ha sido impactante, en especial porque la mayoría de los visitantes son parte del mundo del transporte: choferes que manejaron estas micros y cortaron estos boletos; mujeres que conocieron a sus esposos en un bus; hijos que han escuchado hablar de las micros amarillas y de los boletos desde chicos, muchos de los cuales alcanzaron a conocerlos.




Los boletos tocan una fibra sentimental en la gente, sobre todo en quienes trabajaron en la locomoción colectiva antes del 2007. Ellos recuerdan con nostalgia ese período, cuando cortaban los boletos de los rollos, pero también cuando pasaban las palomas y cortaban los boletos a medias para sacar tres pasajes de dos boletos (las minifaldas). Y muchos de ellos cuentan que en esa época fue cuando comenzaron su trabajo de profesionales del transporte y en esas máquinas aprendieron el oficio.




Mientras unos nos piden recordar los boletos de la San Cristóbal La Granja, Ovalle Negrete, Pila Cementerio, Carrascal o Villa Cisterna, otros quieren ver la ardilla de la 11, el conejo de la Einstein Santa Rosa, o los boletos de la 631, 186, 212, 240, 622 ó 682.


Son tantas las emociones, que muchos de ellos nos hacen ofrecimientos. Algunos tienen todavía rollos que quieren compartir, otros carnet escolares antiguos. E incluso uno de ellos nos deja en préstamo la licencia de conducir de su padre, en libretín, de enero de 1981. Y son bastantes los que no pueden reprimir el deseo de cortar un boleto del rollo de la pesera, tal como lo hacían hasta hace no muchos años. Es una bonita experiencia que se seguirá repitiendo durante los siguientes meses en diversos lugares de la ciudad y  -por qué no-  del resto del país.

El grupo y una visita ilustre: Elías Ricardo Figueroa Brander,
o simplemente "Don Elías",
que se acercó a mirar los boletos de la Brander Bus.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Un patiperro nos descubrió

Nuestro amigo Santiagopatiperro nadando en boletos
Recorriendo calles y lugares de la gran ciudad, Santiagopatiperro llegó hasta el Persa y nos descubrió en nuestras actividades boleteras.

La crónica de este encuentro ha quedado reflejada en las fotos y textos que este patiperro santiaguino muestra en la página: http://www.santiagopatiperro.cl/ donde cuenta a sus visitantes de estos "dinosaurios boleccionistas".


Para los que no conocen el término, "patiperro" es un chilenismo muy común en estas tierras del fin del mundo y expresa esa cualidad del chileno de partir caminando a cualquier lugar del mundo y volver siempre a la casa.

Papá y mamá patiperros de visita en nuestro espacio
La Real Academia Española define patiperro como un chilenismo que significa callejero, pero en Chile es más que ser callejero, es salir a recorrer el mundo.

En los últimos años ha sido muy notable, por ejemplo, ver como en cualquier ciudad del mundo donde se presentaran, siempre habían muchos chilenos alentando a Marcelo Ríos, Fernando González y Nicolás Massú. Esos son miles de patiperros que andan dando vueltas por cualquier lado.
Algunos se quedan por allá, pero otros irremediablemente regresan.

lunes, 10 de diciembre de 2012

En Talcahuano y con Copa



El Club Deportivo Huachipato ganó este domingo el torneo de Clausura 2012 del fútbol chileno y con esa excusa mostraremos algunos boletos de la ciudad de Talcahuano. En un país tan centralista es poco común que los equipos de las ciudades más alejadas puedan llegar a coronarse y por eso es un gran mérito el de Huachipato, el único equipo al sur de Santiago que ha sido campeón chileno. Su primer título lo logró en 1974 y el segundo ahora en el 2012.


El origen del club está en la planta siderúrgica Huachipato de la Compañía de Acero del Pacífico (CAP), instalada en 1950 en el sector de Las Higueras, en el puerto de Talcahuano. El club tiene diversas ramas deportivas y su fecha de fundación es la del primer partido oficial jugado por los empleados de la usina en una cancha poblacional.


Las Higueras es un sector residencial destinado a los empleados de la planta siderúrgica de Huachipato, al que se dotó de implementaciones básicas, como Hospital, estadio, comercio y servicios.

El estadio "Las Higueras", hoy llamado Estadio CAP, donde juega Huachipato desde sus inicios, fue remodelado por la empresa en el año 2009 con estándares internacionales, siendo uno de los más modernos del país.

Algunas de las líneas de microbuses que llegan al sector de Las Higueras son:

Ruta Las Playas, que va hacia Penco, Concepción, Talcahuano, Hualpén
Mi Expreso, a Penco, Talcahuano, Concepción Barrio Norte,
Vía Futuro, a Chiguayante, Concepción, Talcahuano,
Campanil Ltda. y Transportes Denavi Sur, a Talcahuano y Concepción, y
Transportes Huertos El Bosque, a Talcahuano Centro y los sectores Las Higueras, Denavi Sur y Huertos Familiares.

También hay varias líneas de taxis colectivos, que circulan por las principales arterias de Las Higueras, como avenidas Alto Horno, Carlos Dittborn, Desiderio García, y llegan al centro de Talcahuano, a San Vicente, a Las Canchas, Hospital Naval y Tumbes, Los Cóndores, Denavisur, El Bosque.


lunes, 26 de noviembre de 2012

Boletos de cobrador automático (III)

Teníamos pendiente una tercera muestra de boletos hechos para los cobradores automáticos de fines de los años 90.

En esta oportunidad le daremos una mirada a algunos de los boletos utilizados en los buses de una de las empresas más grandes y antiguas de Santiago: la Asociación Gremial de Transporte de Pasajeros San Bernardo.

A diferencia de los boletos de cobrador automático expuestos hace un mes y medio atrás, estos tuvieron varias particularidades:

- tenían un auspiciador,
- invitaban a conservar el boleto para participar en un concurso, e
- incorporaban mensajes a los usuarios.

Especialmente notoria fue la publicidad de ANACIN, un analgésico para el dolor de cabeza muy popular en Estados Unidos, que buscaba masificar su presencia en el mercado chileno poniendo su imagen en los boletos de buses del transporte urbano. Suponemos que ANACIN financió parte importante de la confección de estos boletos, impresos por Engatel Ltda., de los que se hizo más de un millón de ejemplares.

Hubo boletos ANACIN en varios colores (amarillo, azul, café, negro, rojo, verde), con leyendas que destacaban que ahora se podían adquirir en comprimidos recubiertos y que se prefieran contra los dolores.

En cuanto al concurso, los boletos decían en el reverso que la AGTP San Bernardo y ANACIN sortearían el 22 de diciembre (no indica el año), 80 vales de $ 50.000 c/u para comprar en Supermercados Agas, y luego, entre el 22 de enero y el 28 de febrero regalarían 80 canastas con útiles escolares también de 50.000 pesos cada una. Los boletos dicen que las bases de estos concursos estarían ante notario, pero no señalan el nombre de la Notaría donde revisarlas.

Otro tipo de boletos de cobrador automático de las San Bernardo fueron los de fondo verde confeccionados por Impresores 27. Hubo un diseño de fondo verde con círculos claros, que salieron en letras A, B y C, que tenían el mensaje NO A LAS DROGAS.

Y hubo otro diseño en fondo verde plano, con 6 mensajes dirigidos a los pasajeros, que fue un aporte de carácter cívico incorporado en los boletos, que fue utilizado por varias líneas de buses en esa época.

En el caso de la San Bernardo que estamos reseñando (ver fotolog), los mensajes fueron: "No a las drogas", "Exija y conserve su boleto", "Ceda el asiento al adulto mayor", "Cancele con monedas", "No contamine, sea ecológico" y "Cuide esta máquina, a todos nos sirve".

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Una micro historia

La MICRO HISTORIA de hoy tiene ese nombre porque es una historia todavía corta, pero sobre todo porque es la historia de una micro, de un microbús del transporte público santiaguino.

Frente a la Estación Mapocho, la antigua estación de trenes transformada en centro cultural, se puede ver una antigua micro exhibiéndose orgullosa a quienes llegan a visitar la Feria Internacional del Libro.

Carlos Candia y Juan Orellana son conductores de buses del Transantiago, en las empresas Alsacia y Express. Ahí se conocieron y compartieron inquietudes respecto al rescate de las antiguas máquinas del transporte urbano, de las de antes del Transantiago. Mientras Juan trabajó en la Maipú Cerrillos, Carlos tenía historia familiar en la Ovalle Negrete, donde su padre tenía una micro.

El último 1° de mayo concretaron su idea y salieron a buscar una máquina para comprar. Buscaron en desarmadurías y "cementerios" de vehículos, hasta que se decidieron por un modelo Pinina 79 de Metalpar, porque es un modelo que marcó una etapa.

Sus empleadores actuales, Alsacia y Express, se interesaron en apoyar la iniciativa y la transformaron en proyecto, financiando la restauración del microbús y la presentación y difusión al público durante la Feria del Libro.

Juan y Carlos buscaron al mismo pintor que trabajaba con los microbuseros antiguos para que pintara las leyendas e hiciera los letreros en su joyita, con la que se presentan en Mapocho desde el 25 de octubre hasta el 11 de noviembre.


Esta MICRO HISTORIA muestra en su interior letreros de diferentes recorridos, fotos de diversas épocas de los buses y tranvías por las calles de Santiago, así como boletos, peseras y un cobrador automático, lo que la gente mira con emoción y curiosidad. Incluso han llegado cantores populares a subirse a cantar como cuando la máquina trabajaba años atrás.


Según cuentan, solo el primer día entregaron 5.000 tarjetas postales del proyecto a las personas que los visitaron. Y todos los comentarios que reciben son de felicitación y aliento por la iniciativa de rescatar esta parte de la cultura popular tan arraigada en el recuerdo de la población, rescate que es también la principal motivación de los autores de este proyecto.

martes, 30 de octubre de 2012

Un nostálgico de las amarillas

Mucho se ha dicho y escrito sobre las micros amarillas, que ocuparon las calles de Santiago entre 1992 y el 2007.
Hay personas que analizan sociológicamente el tema, otros recuerdan hechos particulares, otros lo comparan con el sistema actual y a otros tantos los invade la nostalgia.
El siguiente es uno de los tantos artículos que se han conocido en internet, y que tiene el sabor del lenguaje cotidiano.


LA MINURRI DEL MICRERO

Cuando existían las micros amarillas la ciudad tenía más carácter. Cada micrero adornaba su medio de trabajo como quería, le ponía nombre a la micro: La Chancha, Cielito Lindo o Traicionera, y la adornaba con fotos, luces, flecos, imágenes religiosas y cuánta parafernalia quisiera.

Llegó el "progreso" y Chile, país jaguar de Latinoamérica, no podía contar con un sistema de transporte tan piñufla. La necesidad inventada de tener que renovar el sistema para ser -según ellos- más eficientes y rápidos sepultó a las increíbles micros amarillas. Al final, solo se quería opacar el espíritu sudaca que todo chileno lleva dentro.

Extraño al vendedor ambulante, al músico, al curado, a la vieja con el perro, al humorista y otros que desaparecieron. Pero lejos, una de las cosas que más echo de menos es a la mina del micrero.

La rucia pechugona, entradita en carnes, que se iba paradita al lado de la caja de monedas. De mini apretada, pantys caladas y tacos, muy instalada cortando boletos y coqueteando con el chofer y la micro entera.

La minurri tenía una capacidad innata para mantenerse firme. No necesitaba afirmarse de las barras y con los taco aguja, el poto parado y las tetas erguidas, mantenía el equilibrio perfecto, mierda!!

Sabía que la iban a piropear y estaba preparada para ello. A los más atrevidos les pegaba una mirada de terror, pero con otros se hacía la linda y se reía. El micrero por su parte, marcaba territorio y le echaba la talla a los que le decían algo. El diálogo era más o menos así:

Pasajero:  pero qué bueno subirse a la micro con esta sorpresa!!
Minurri:    ay, gracias, son doscientos...
Micrero:   estos cafiches!! Ya Pelao, partiste a sentarte

Acto seguido el pasajero se sentaba y la mina le lanzaba la mirada coquetona.

Además de estar ahí cortando boletos, la minurri decidía a quién llevaban por menos y a quién no.
Uno le ponía cara de pena al micrero diciéndole "me lleva por cien" y él miraba a la rucia, que era quien daba el visto bueno. Si no le caíste bien de presencia, movía la cabeza y se cerraba la puerta.

Al final del día, la piropean, la exhiben como un trofeo y además tenía el poder. Conclusión: ¡¡quiero ser la minurri del micrero!!


Autor: La Pata Pelá
Reproducido de: http://lapatapela.com/2011/06/24/la-minurri-del-micrero/

martes, 16 de octubre de 2012

Octubre 92: llegan las micros amarillas

Foto: J. García
Los cambios en el transporte público de una ciudad siempre son trascendentes, importantes, porque son millones de personas las que se movilizan diariamente, a sus trabajos, a estudiar, a realizar trámites, etc., por lo que cualquier modificación en el sistema de transporte afecta a toda la comunidad de una ciudad.

Y eso fue lo que ocurrió el 16 de octubre de 1992, al ponerse en marcha un cambio que impactó profundamente a los habitantes de Santiago de Chile. Hoy se cumplen 20 años de ese hecho, que para bien o para mal sigue siendo un referente cuando se habla de transporte urbano en la ciudad.

Durante el siglo 20 el transporte se había desarrollado autónomamente, casi sin intervención estatal, excepto en la época en que existió la Empresa Nacional de Transportes (ENT), que luego pasó a llamarse Empresa de Transportes Colectivos del Estado, la famosa ETC (de 1945 a 1981).

A fines de los años 80 habían decenas de empresas y miles de autobuses y taxibuses (micros y liebres, en lenguaje popular) prestando servicios en la ciudad. El nuevo gobierno democrático decidió tomar cartas en el asunto. Los 14.000 autobuses que circulaban por las calles de Santiago provocaban unos atochamientos memorables en las principales arterias capitalinas y afectaban la calidad de vida de la población, pues al no haber normas técnicas establecidas, los vehículos de transporte público liberaban miles de partículas al aire, siendo los principales responsables de los altos índices de contaminación ambiental y también acústica. La Alameda y otras avenidas eran un solo ruido de bocinazos, especialmente a las horas de mayor congestión.

Por otra parte, fácilmente se podía apreciar que en los buses cabían todos los colores y no había regla para la numeración de recorridos. Cada empresa denominaba a su manera los nuevos servicios y sus extensiones. Por ejemplo, las Avenida Matta eran 37A, 37B, etc; las Ovalle Negrete eran las 56 y así sucesivamente.

Bilbao con Pedro de Valdivia
Alameda con Santa Rosa - Foto: R.Aliaga.

Por estas razones, la Secretaría Regional Ministerial (Seremi) de Transportes decidió intervenir en el sector e inició un proceso inédito de licitación de recorridos. La licitación incluía, entre otras medidas, limitar el uso de los buses a no más de 12 años, lo que significó sacar de circulación mucho bus antiguo y en mal estado; enumerar cada recorrido desde el 100 en adelante (con lo que se regulaba el número de máquinas en la calle) y unificar los colores de los buses.

Ese 16 de octubre se produjo el cambio. La ciudad amaneció con otros buses, todos pintados de amarillo con techo blanco. Así nació lo que quedó grabado como un hito en la historia del transporte en Chile: las micros amarillas.

El folleto entregado para
conocer los recorridos
Y además aparecieron con números únicos por recorrido. Se necesitaba un nuevo aprendizaje para tanto número. Por ejemplo, los recorridos de la Yarur Sumar (que eran 13A hasta 13E) pasaron a llamarse 361, 366, 392; las Colón El Llano, que eran las 10, pasaron a ser 339, 340, 343.

En general no hubo cambio de recorridos ni menos un cambio en el servicio. Las mismas micros que el día anterior circulaban pintadas de rojo, azul, verde o blanco, al día siguiente aparecieron todas pintadas de amarillo. Los choferes seguían corriendo para ganar pasajeros y cortar más boletos.

Trece años después, el 22 de octubre de 2005, se puso en marcha la primera etapa del Transantiago: las grandes empresas que asumirían el nuevo sistema se hicieron cargo de algunos de los recorridos de las micros amarillas y durante un año y medio convivieron ambos.


Finalmente el 10 de febrero del 2007 se produjo el otro gran cambio: se inició el Transantiago, con tarjeta magnética, tarifa integrada con el metro y muchos transbordos. Las micros amarillas dejaron de circular y pasaron a ser un mito. Un mito urbano, un mito ciudadano, un mito histórico.

Todavía hay muchísimas personas que anhelan el regreso de las amarillas, principalmente porque con ellas uno tenía varias alternativas para ir a los distintos sectores de la ciudad, porque no había que estar haciendo transbordos, porque sus asientos resultan más cómodos comparados con los de los actuales buses, porque por las principales avenidas (Vicuña Mackenna, Independencia, Santa Rosa, Gran Avenida, Recoleta, Pajaritos, etc.) habían muchos recorridos que permitían llegar a todos los rincones de la ciudad en un solo bus.
Y...  porque mucha gente le decía al chofer: "me lleva por 100".

Foto: busesurbanoschile.cl