martes, 14 de abril de 2015

Fuerza Atacama!!


Boletos que circularon en los buses de Copiapó en los años 90 y comienzos de los 2000

Chile es un país muy largo en el que siempre suceden hechos que marcan e impactan. Terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, inundaciones, incendios forestales. Grandes desastres naturales que afectan a miles de personas y que parecen parte del ser chileno.

Hace un año fue el terremoto en Iquique y el mega incendio en los cerros de Valparaíso. Ahora le tocó a la Región de Atacama sufrir los embates de la naturaleza.


En el desierto de Atacama, el más árido del mundo, anualmente llueven unos 5 milímetros en total. Esta vez la lluvia del 24 y 25 de marzo duró horas y dejó pueblos enteros arrasados, generando una situación de emergencia que seguramente tardará mucho tiempo en normalizarse. La lluvia caída en esos días fue de 87 mm en El Salvador, 27,5 mm en Vallenar, 9,2 en Caldera, 14,8 en Copiapó, 66,9 mm en Taltal, 24,4 en Antofagasta, 38,8 mm en Vicuña, 29,6 en Combarbalá, 108,2 mm en Visviri y 68,9 mm en Putre. El agua bajó de las quebradas hacia los valles, se desbordaron los ríos y la mezcla de agua, tierra y sedimentos minerales se transformó en un aluvión de lodo que fue arrasando todo lo que encontró en su camino: casas, automóviles, camiones, puentes, fábricas, plantaciones agrícolas, etc. 


El lodo cubrió pueblos y ciudades. La ciudad de Copiapó, capital regional, ubicada 800 kms al norte de Santiago, localidades como Alto del Carmen, Diego de Almagro, Chañaral, Tierra Amarilla, Paipote y otros lugares hasta ahora desconocidos para la mayoría del país, como Los Loros, San Antonio, El Salado y muchos más, están todavía bajo el barro. Las tuberías del alcantarillado se llenaron de lodo. El agua potable no puede entregarse en muchas localidades, afectando toda la vida de la población, que en muchos casos lo perdió todo, y muchos de los cuales permanecen aún en albergues. Los estudiantes no pueden regresar a clases. Un gran drama humano y social con el que solidarizamos.


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