jueves, 30 de abril de 2015

El Niño de Boletos


Como sabemos, los boletos son el comprobante de pago del pasaje en el transporte público, sin embargo desde siempre los usuarios han dado a los boletos otras utilizaciones complementarias a su uso principal.

Tal como lo hemos señalado anteriormente, años atrás era habitual encontrar en los boletos que una persona había anotado datos que debía recordar al llegar a su destino, como una dirección, el número de teléfono de alguien con quien se encontró en plena calle, el nombre del almacén o negocio donde debe dirigirse o una lista de compras, entre otras anotaciones (ver entrada).

Así también, ha servido muchas veces para que estudiantes, principalmente de carreras vinculadas al diseño gráfico, hagan trabajos en el que muestran y estudian aspectos de los boletos, como sus colores, uso de los espacios, tipografía y otros elementos. De estos estudiantes hemos recibido muchos en nuestro puesto del Persa y en nuestro e-mail, que nos hacen preguntas, toman fotos de boletos y preparan un informe.

Y ahora nos encontramos con otro interesante y atractivo uso distinto de los boletos: la escultura del niño de boletos, preparado por estudiantes de la Universidad de Concepción (*).


Es una pequeña escultura de un niño sentado en un banco de escuela, que hace anotaciones en un libro con un lápiz de madera. La piel del niño está forrada completamente de boletos escolares, dejando descubiertas solo la nariz y orejas.

Según relata su autor, José E. Rubilar Medina, escultor, licenciado en Artes Plásticas, profesor de Artes Visuales y candidato a magister en Psicología, la idea inicial de la obra surgió en una escuela rural donde él era profesor, en que utilizó los boletos escolares para hablar con los estudiantes sobre la relación entre lo público y lo privado. 

El autor ocupó más de 400 boletos para cubrir todo el cuerpo del niño. Los boletos los había juntado entre los años 2004 y 2010, cuando era estudiante en la UdeC y viajaba diariamente entre Hualpén, Concepción, Talcahuano y Chiguayante.

Esta hermosa escultura fue parte de la exposición "Materia, laboratorio de esculturas", que se exhibió en los jardines de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Concepción desde noviembre 2014 a enero 2015. Esta exposición fue el resultado de un trabajo interdisciplinario entre la química y el arte, constaba de trabajos de 6 estudiantes de la Facultad de Humanidades y Artes de la U. de Concepción y fue organizado por el decano de la Facultad de Ciencias Químicas, Dr. Adelio Matamala y el escultor y profesor del Departamento de Artes Plásticas Mg. Rodrigo Piraces. ¡¡Felicitaciones por el lindo trabajo!!



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(*) Colaboración de la Dra. Susana Sánchez Donoso, académica del Departamento de Polímeros de la Facultad de Química de la UdeC..

martes, 14 de abril de 2015

Fuerza Atacama!!


Boletos que circularon en los buses de Copiapó en los años 90 y comienzos de los 2000

Chile es un país muy largo en el que siempre suceden hechos que marcan e impactan. Terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, inundaciones, incendios forestales. Grandes desastres naturales que afectan a miles de personas y que parecen parte del ser chileno.

Hace un año fue el terremoto en Iquique y el mega incendio en los cerros de Valparaíso. Ahora le tocó a la Región de Atacama sufrir los embates de la naturaleza.


En el desierto de Atacama, el más árido del mundo, anualmente llueven unos 5 milímetros en total. Esta vez la lluvia del 24 y 25 de marzo duró horas y dejó pueblos enteros arrasados, generando una situación de emergencia que seguramente tardará mucho tiempo en normalizarse. La lluvia caída en esos días fue de 87 mm en El Salvador, 27,5 mm en Vallenar, 9,2 en Caldera, 14,8 en Copiapó, 66,9 mm en Taltal, 24,4 en Antofagasta, 38,8 mm en Vicuña, 29,6 en Combarbalá, 108,2 mm en Visviri y 68,9 mm en Putre. El agua bajó de las quebradas hacia los valles, se desbordaron los ríos y la mezcla de agua, tierra y sedimentos minerales se transformó en un aluvión de lodo que fue arrasando todo lo que encontró en su camino: casas, automóviles, camiones, puentes, fábricas, plantaciones agrícolas, etc. 


El lodo cubrió pueblos y ciudades. La ciudad de Copiapó, capital regional, ubicada 800 kms al norte de Santiago, localidades como Alto del Carmen, Diego de Almagro, Chañaral, Tierra Amarilla, Paipote y otros lugares hasta ahora desconocidos para la mayoría del país, como Los Loros, San Antonio, El Salado y muchos más, están todavía bajo el barro. Las tuberías del alcantarillado se llenaron de lodo. El agua potable no puede entregarse en muchas localidades, afectando toda la vida de la población, que en muchos casos lo perdió todo, y muchos de los cuales permanecen aún en albergues. Los estudiantes no pueden regresar a clases. Un gran drama humano y social con el que solidarizamos.