jueves, 31 de octubre de 2013

Otra interesante muestra



En la Biblioteca Central de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile se presentó una interesante muestra de boletos de buses de Chile. Una exposición de 565 boletos, realizada con cariño, cuidado y dedicación, que es "una pequeña porción de un universo mayor, pues a la fecha no existe un catastro completo de todos los diseños de boletos que las distintas federaciones y asociaciones de transporte público emitieron y utilizaron en sus servicios".

La dirección de la Biblioteca ha instaurado la costumbre de exhibir muestras de diversos objetos coleccionables en el ingreso al gran salón, como forma de poner un elemento de acompañamiento diferente a la sala de lectura. Entre otras, se han hecho mini-exposiciones con marcadores de página, estampillas y servilletas.

El joven Miguel Ruiz (26 años) que trabaja en la recepción de la Biblioteca, cargaba habitualmente su álbum de boletos, que mostraba a los estudiantes y a sus compañeros de trabajo. Así surgió la idea de exhibirlos. La directora de la Biblioteca se entusiasmó y se montó esta exposición. En ella colabora Sergio Fuentes, también coleccionista, que aporta con una parte de los boletos y con los textos, complementados con fotos antiguas del transporte público tomados de la Biblioteca Nacional y el Museo Histórico Nacional. La funcionaria de la Biblioteca Ermelinda Pino diseñó el atractivo afiche de la exposición. Todo ello "con la intención de despertar en el inconsciente colectivo nuestros propios recuerdos del Santiago de ayer", como señala el texto que acompaña la muestra.

Miguel lleva poco más de 10 años coleccionando boletos. Se afición se despertó cuando visitaba a un familiar en Valparaíso y recibió unos boletos de la famosa serie de Buses Barón. Se entusiasmó con lo llamativo de estos pequeños trozos de papel y en Santiago, a la salida del colegio, se dedicó a recorrer diversos barrios buscando boletos. Algunas veces le iba bien y llegaba con 20 nuevos boletos pero otras veces no, nada encontraba. Así siguió hasta que el Transantiago redujo de un plumazo las opciones de recoger boletos en las calles.

Mientras recibe y entrega las mochilas de los estudiantes, Miguel observa el impacto que causa entre los usuarios de la Biblioteca la exposición de boletos. Según nos cuenta, esta es la que más se ha visto y comentado por parte de los estudiantes y ha motivado a muchos de ellos a traerle los boletos que llegan a sus manos.

La exposición destaca especialmente los boletos de Casa de Moneda, las series de El Golf - Matucana y Cerro Barón, los del Bicentenario, los de la empresa Lokal Trafik y los que promocionaban concursos, además de los boletos más antiguos, anteriores a 1950.

En su texto se dice: "Los boletos más perfectos son los impresos por la Casa de Moneda, que tenía la imprenta de mayor calidad en Chile. Más tarde surgieron otras, que comenzaron a producir -a menor costo- boletos con diseños muy diferentes, a veces impuestos por los propios dueños de las máquinas. Entre estas se destacan Roensa, Impresores 27, J. Mora y Jormar."

Esta exposición es una valiosa iniciativa que ayuda a difundir el coleccionismo y demuestra que en cualquier lugar, con interés y el apoyo necesario, es posible exhibir nuestros "tesoros", sin importar el tamaño ni los recursos con los que se cuenta para su organización. El elemento principal son las ganas de mostrar lo que se tiene y compartirlo con los visitantes, que siempre se sorprenden y recuerdan hechos y momentos que siempre un boleto deja en cada uno de nosotros.

Una vista panorámica de la Sala de Lectura con el mesón de boletos en primer plano.
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Los párrafos en cursiva están tomados de los textos que complementan la exposición, preparados por Sergio Fuentes P.

domingo, 20 de octubre de 2013

Momentos de un viaje diferente


A diferencia de otras ocasiones, esta vez el viaje a Talca comenzó en la medianoche del viernes, con los pro y los contra que eso tiene. Como por ejemplo, que vaya un papá con un hijo en brazos durmiendo en el asiento del lado. O que a las 3 de la mañana uno de los nuestros tropiece y se saque... la mugre estrepitosamente en una calle talquina. Y eso sin contar que partimos con uno con su brazo enyesado y en cabestrillo.

La idea de esta partida tan tempranera era aprovechar las calles vacías en la noche para recoger boletos. Sin embargo el primer recorrido, iniciado a las 4 de la madrugada, nos entregó sorpresas: por un lado, las calles tienen una iluminación mala o insuficiente y en esa obscuridad no es posible hacer un buen "barrido". Por otro lado, la limpieza de las calles al parecer funciona, porque no habían boletos botados, a pesar que todo el día circulan los colectivos que van al centro por 2 Norte y 1 Norte.


Ante esa realidad, hubo que regresar al terminal de buses, cansados (unos más que otros) y esperar que amanezca, que llegue la señora que prepara las churrascas con un café bien caliente y empezar nuevamente la caminata. La segunda vuelta fue más productiva -incluyendo el paso por el mall para obtener tickets de juegos electrónicos- pues esta vez sí habían nuevos boletos de alguna de las 34 líneas de colectivos urbanos y también de buses de diferentes empresas.


Luego fuimos en busca de los boletos de los taxis colectivos rurales. Conseguimos boletos de las líneas que van a Pencahue, a Constitución y a Maule. Don Augusto, de los colectivos a Pencahue, nos contó vida y milagros de su trabajo, historias de sus pasajeros y datos de algunos lugares que merecen la pena conocerse en esos pueblos del secano costero maulino.



Así se nos fue la mañana. La tarea estaba cumplida, teníamos boletos de los colectivos rurales y de los urbanos así que era hora de pensar en el almuerzo. El compromiso era uno solo: ir donde "Las Viejas Cochinas", a orillas del río Claro, el más famoso local de comida típica de Talca y sus alrededores.


Afortunadamente llegamos temprano, porque antes de las 2 de la tarde ya estaba lleno el local. La especialidad de la casa se llama 'pollo mariscal', que es un pollo cocinado con variedad de mariscos, que incluye un caldito de esos para levantar muertos. Como es obvio, ese plato tenía que ser acompañado de una jarra de ponche, esta vez de chirimoya, para envidia de los que nos leen.


Después de este suculento almuerzo, debíamos cruzar el río Claro y volver a la ciudad. Aprovechamos de conocer el remozado Estadio Fiscal de Talca, donde hace de local Rangers, en momento en que se realizaban competencias de atletismo interuniversitario. Nos sirvió para tomar aire, recuperar fuerzas y sentir el efecto de las muchas horas y los muchos kilómetros caminados, porque sumando y restando fueron más de 120 cuadras las recorridas a pie durante 14 horas. Esa ya era suficiente razón para poner fin a la gira y regresar a casa.



Retrasamos un poco la publicación de esta nota ante la buena recepción que tuvo nuestro artículo anterior, sobre los ramales del tren. Muy interesante la información de nuestros amigos especialistas en el tema ferrocarrilero. 
Agradecemos su participación activa y sus conocimientos compartidos con todos nosotros.