A diferencia de otras ocasiones, esta vez el viaje a Talca comenzó en la medianoche del viernes, con los pro y los contra que eso tiene. Como por ejemplo, que vaya un papá con un hijo en brazos durmiendo en el asiento del lado. O que a las 3 de la mañana uno de los nuestros tropiece y se saque... la mugre estrepitosamente en una calle talquina. Y eso sin contar que partimos con uno con su brazo enyesado y en cabestrillo.
La idea de esta partida tan tempranera era aprovechar las calles vacías en la noche para recoger boletos. Sin embargo el primer recorrido, iniciado a las 4 de la madrugada, nos entregó sorpresas: por un lado, las calles tienen una iluminación mala o insuficiente y en esa obscuridad no es posible hacer un buen "barrido". Por otro lado, la limpieza de las calles al parecer funciona, porque no habían boletos botados, a pesar que todo el día circulan los colectivos que van al centro por 2 Norte y 1 Norte.
Ante esa realidad, hubo que regresar al terminal de buses, cansados (unos más que otros) y esperar que amanezca, que llegue la señora que prepara las churrascas con un café bien caliente y empezar nuevamente la caminata. La segunda vuelta fue más productiva -incluyendo el paso por el mall para obtener tickets de juegos electrónicos- pues esta vez sí habían nuevos boletos de alguna de las 34 líneas de colectivos urbanos y también de buses de diferentes empresas.
Luego fuimos en busca de los boletos de los taxis colectivos rurales. Conseguimos boletos de las líneas que van a Pencahue, a Constitución y a Maule. Don Augusto, de los colectivos a Pencahue, nos contó vida y milagros de su trabajo, historias de sus pasajeros y datos de algunos lugares que merecen la pena conocerse en esos pueblos del secano costero maulino.
Así se nos fue la mañana. La tarea estaba cumplida, teníamos boletos de los colectivos rurales y de los urbanos así que era hora de pensar en el almuerzo. El compromiso era uno solo: ir donde "Las Viejas Cochinas", a orillas del río Claro, el más famoso local de comida típica de Talca y sus alrededores.
Afortunadamente llegamos temprano, porque antes de las 2 de la tarde ya estaba lleno el local. La especialidad de la casa se llama 'pollo mariscal', que es un pollo cocinado con variedad de mariscos, que incluye un caldito de esos para levantar muertos. Como es obvio, ese plato tenía que ser acompañado de una jarra de ponche, esta vez de chirimoya, para envidia de los que nos leen.
Después de este suculento almuerzo, debíamos cruzar el río Claro y volver a la ciudad. Aprovechamos de conocer el remozado Estadio Fiscal de Talca, donde hace de local Rangers, en momento en que se realizaban competencias de atletismo interuniversitario. Nos sirvió para tomar aire, recuperar fuerzas y sentir el efecto de las muchas horas y los muchos kilómetros caminados, porque sumando y restando fueron más de 120 cuadras las recorridas a pie durante 14 horas. Esa ya era suficiente razón para poner fin a la gira y regresar a casa.
Retrasamos un poco la publicación de esta nota ante la buena recepción que tuvo nuestro artículo anterior, sobre los ramales del tren. Muy interesante la información de nuestros amigos especialistas en el tema ferrocarrilero.
Agradecemos su participación activa y sus conocimientos compartidos con todos nosotros.
1 comentario:
Entretenido articulo, espero poder asistir a algún viajesito con ustedes, ya que se ve, que lo pasan muy "mal" los pobres, saludos chicos!
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